Mi primera vez.
Mi primera vez escuchando a una soprano en directo.
(Malpensados)
Debéis saber que uno de los sonidos que más amo en este mundo es la voz de una soprano, desde la primera vez que vi El Fantasma de la Ópera. Y hoy, por fin, he podido escuchar a una en directo. La música clásica en directo es uno de los mayores regalos que existen; ningún vinilo, CD o YouTube puede comparársele. Claro que he ido a muchos conciertos de música clásica en mi vida (en la mayoría yo también tocaba), pero en ninguna habían cantado. Pero hoy, por fin, he escuchado a Alicia Amo acompañada al piano por Natalia González Saiz, mi profesora.
Una de las varias que he tenido a lo largo de mi "carrera" musical. La mejor. He aprendido más con ella en tres años que con otras en 7. No solo me ha enseñado técnica que a otras no se le había ocurrido enseñarme antes (por mucho que me sepa de memoria la partitura, no voy a poder interpretar determinadas obras sin parecer un loro a menos que me enseñéis técnica, listas-.-); también me ha enseñado a valorar esta habilidad que llevo diez años desarrollando pero no había conseguido apreciar y sentirme orgullosa de tenerla; me ha enseñado a transmitir historias y sentimientos con mis manos, con sonidos, con silencios.
Nunca he querido dedicarme profesionalmente al piano en el futuro. Empecé con entusiasmo, todo el que cabía en ese cuerpecito de cinco años. Hasta que comencé la enseñanza oficial. Maldita la hora. Obras elegidas por otras personas, exámenes... Hacer la tarea del colegio y, si me sobraba tiempo antes de irme a la cama, practicar mecánicamente.
Y entonces llegó Natalia. Desde el principio supo qué obras sacarían lo mejor de mí. Y además, no había exámenes. Aún así, no conseguí resultados hasta este año... Igual que en el instituto, me organicé y empecé a estudiar en serio (es que si no, tercero me mataba). En este blog no se podrá observar el cambio tan drástico que he sufrido, porque he empezado a escribirlo cuando despertó mi personalidad más... artística. Ahora no puedo concentrarme en estudiar si no he estado una o dos horas tocando el piano; no puedo dormir tranquila si no he acariciado las teclas aunque sea media hora o no he leído aunque sean diez páginas. Lo que, ahora que lo pienso, a lo mejor no están bueno, ya que me quita bastantes horas de estudio... Pero prefiero dos horas concentrada al máximo que cinco distrayéndome con cualquier cosa.
Natalia, tan pequeñita ella y sus manos, encierra una pasión que he visto en muy pocos. Un día me dijo que cuando tocamos, cada uno lo transmite de una forma: imágenes, palabras, sentimientos... Como hace ella. No solo con sus dedos; también con sus expresiones faciales. Los que nunca han tocado el piano pueden pensar que pone cara de asco o "insatisfacción", como dijeron unas pesadas marujoncias que tenía hoy detrás, pero es que son tantas las emociones que algunas piezas te provocan que necesitan expresarlo con todo tu cuerpo... Como hacen los bailarines, solo que en la banqueta no tenemos tanto espacio de movimiento. Me siento orgullosa de balancearme adelante, atrás, izquierda, derecha, girar, mientras toco; es algo que siempre he visto hacer a los grandes pianistas, pero no sabía bien por qué lo hacían. Ya lo he comprendido. Ya puedo decir que soy pianista. Además de eso, empecé a sacar la lengua y morderla, hasta que Natalia me lo dijo y lo controlé, y me aconsejó abrir la boca. De verdad, funciona; hacerlo porque te relaja muchísimo y tocas mejor. Aún sigue olvidándoseme, así que acabo con un dolor de mandíbula terrible.
No nos olvidemos de Alicia, la otra protagonista de la noche. Una ARTISTA de los pies a la cabeza. No puedo decir mucho de ella, porque no la conozco, pero su voz... Quedará grabada en mi memoria. Cuando ha sacado el violín al final... Solo de verlo se me ha puesto la piel de gallina... Es mi segundo instrumento favorito, pero me emociona verlo mucho más que el piano porque este lo tengo metido en mi habitación, y el otro no lo tengo tan a mano... Claro, que más que un piano de cola nunca... Tan pequeñito, pero tanta potencia... Como Clary Fray XD
Este es el programa del concierto:
De principio a fin con los ojos vidriosos. En el Intermezzo de Brahms y Puerta de Tierra de Albéniz (yo estoy preparando otra obra de Recuerdos de Viaje desde hace unos meses, para arrasar en Regino el año que viene \(u.u)/), interpretados en solitario por Natalia, hicieron que cayesen de mis ojos. ¿Conocéis esa sensación de la que tanto se habla, la de mariposas en el estómago? Pues bien, se supone que la sientes cuando estás enamorad@, pero yo solo la he experimentado con libros y con la música clásica. En Der Hirt auf dem Felsen la he sentido de forma muy intensa.
La parte que más me ha gustado... Difícil decisión... La segunda. Pero no por la letra (la de la primera no la entendía, y la de la segunda no me ha llegado muy hondo jeje), pero la melodía... Tanto el piano como el canto... Guau... Las nanas de la cebolla me ha encantado, y eso que es de Miguel Hernández, que nunca me ha gustado mucho y encima le cogí manía por un libro de antología del que tuve que hacer un trabajo en segundo... U.U La que más, el madrigal ¿De dónde venís, amore?, con gritos estilo Reino de la Noche que tanto me gustan <3
Para acabar, unas peticiones para los que vayan a ir a un concierto de música clásica. La primera: APAGAD LOS TELÉFONOS. O en silencio. ¡Pero que no suenen! Lo segundo: NO HABLÉIS, ni en susurros; estás en un auditorio, con una acústica increíble, ¡si hasta la pianista intenta aguantar la respiración, ya que cualquier sonido, por mínimo que sea, se oye en esa sala! ¡No vayas tú, y te pongas a cotorrear; encima a criticar, vieja marujoncia! Fffffuuuuu
En fin, ¡no dejéis de poner todo el alma y el corazón en vuestra pasión!
Lo que me recuerda... Dolores Redondo le ha dicho a mi madre hoy que si de verdad me gusta escribir, no lo deje nunca, porque este potencial joven no tiene precio;)
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