Estuve en un campamento repleto de chicas que no paraban de hablar de Los Juegos del Hambre, ¡y yo me sentía marginada! Mi prima había visto la película tres meses antes y tampoco paraba de hablar de ella. El primer sitio al que fui tras volver a mi casa fue la librería. Y en una semana me devoré la trilogía de Los Juegos del Hambre.
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