Hace mucho que aprendí a controlar mis emociones, pero la bastarda de Cassandra Clare (nótese el sarcasmo) derriba todos mis muros. Ciudad del Fuego Celestial me sacó lágrimas, pero estos, especialmente Princesa Mecánica, me han sacado gritos de todo tipo, llantos y sollozos en mi habitación, en la cocina y en el instituto. Menos mal que para mucha gente no existo.
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